Frederic Rzewski es un compositor completamente atípico. No lo es en el sentido de que compagina composición e interpretación: muchos otros antes que él, de su misma generación y seguro que de las siguientes se ganaron la vida con sus conciertos mientras como actividad paralela tenían la de la escritura de música. Vale para Liszt, Chopin, Thalberg, Paganini, Bruckner y tantos otros. Si digo que es atípico es porque se trata de un compositor cuya obra tiene un marcado carácter político, algo que en el ámbito de la llamada música clásica no es tan común. Por supuesto que hay numerosas obras en el conjunto del legado de los grandes que tienen esa característica, pero si se mira a los catálogos más importantes uno por uno hallamos que son una minoría verdaderamente pequeña.
En el caso de este compositor y pianista estadounidense no es así. Al contrario: abundan entre las suyas las piezas que tienen clara intencionalidad política. Una de las más célebres es este conjunto de 36 variaciones sobre una célebre canción de Sergio Ortega que popularizó, ya hace muchísimo tiempo el grupo Quilapayún. Muchos estarán pensando que se trata de un tema bastante simple como para plantearse una obra así. Cierto. Pero no se trata tampoco del primer caso en la historia. El tema de Diabelli sobre el que Beethoven construye sus famosas Variaciones es bastante anodino, y el sordo de Bonn lo convierte en un imponente edificio musical. No quiero poner a Rzewski a la altura de Beethoven, tampoco es eso, pero su obra no está nada mal. Les dejo las primeras cinco variaciones interpretadas por su autor.