>

Blogs

César Coca

Divergencias

Un libro cada semana: 'Rosy & John' de Pierre Lemaitre

Las nuevas tecnologías están propiciando experimentos literarios que no son exactamente inéditos pero que sí modifican algunas convenciones de los géneros. Por ejemplo, a Pierre Lemaitre, exitoso escritor de novela negra que saltó a la fama fuera de su país con Nos vemos allá arriba, ganadora del Goncourt, le ofrecieron en 2013 escribir una novela para smartphones. Lo peculiar de la propuesta es que los capítulos debían ser muy breves, apenas tres pantallas, que al parecer es el tiempo medio de lectura tipo entre trasbordos en la red de metro de París. Con esas condiciones Joyce no habría podido escribir Ulises ni Tolstói Ana Karenina, pero por suerte ellos no estuvieron tan limitados.

Ahora bien, Lemaitre ha resuelto con brillantez los problemas estructurales que le planteaba el formato, hasta el punto de que, trasladada a libro convencional, Rosy & John resulta una novela breve escrita a un ritmo infernal, plasmado en escenas muy cortas pautadas por un reloj que marca el ritmo de la acción.

El punto de partida parece un guiño a la actualidad: una bomba explota en una calle de París donde abundan las terrazas repletas de gente que disfruta de un agradable día. La ha colocado un joven que filma la escena con su móvil y que a continuación se entrega a la Policía y pide hablar con Verhoeven, el policía que ha protagonizado una serie de Lemaitre. Es a él a quien hace una propuesta: si liberan a su madre –encarcelada–, les dan cuatro millones de euros y unos billetes con destino a Australia, revelará donde están colocadas otras seis bombas. Si no, cada día estallará una.

A partir de ahí, la Policía inicia una carrera contra el reloj, narrada casi minuto a minuto porque nadie tiene claro si se trata de un chalado, dado que el joven ha visto morir a su novia y a su jefe en extraños accidentes y está muy solo desde el encarcelamiento de su madre. Una novela que se lee de un tirón, y en este caso es literal. Dos horas –o un poco más, depende de la velocidad de lectura de cada uno– frenéticas junto al peculiar Verhoeven.

(Publicado en elcorreo.com)