Hace unos días emitieron de nuevo en TV la película El pianista, dirigida por Roman Polanski, que cuenta la historia real de Wladyslaw Szpilman, el artista que se ganaba la vida tocando obras clásicas  en la radio de Polonia y a quien la guerra sorprendió cuando tenía 27 años y ya era uno de los valores destacados de su país. El filme, muy bien dirigido, está repleto de escenas emocionantes, de esas que dejan al espectador con el corazón en un puño. Pero la de más impacto para la mayoría es aquella en la que un Szpilman ya al límite de su resistencia es descubierto por un oficial alemán que le hace tocar el piano. La obra que interpreta es la Balada Nº 1 de Chopin.

La pieza está muy bien escogida: un compositor polaco que se rebeló -aunque fuera musicalmente- contra la ocupación de su país por los rusos, una partitura breve, intensa y hermosísima… Como saben, Chopin era un verdadero maestro de la miniatura, de la pieza de apenas unos minutos, en la que consigue crear un universo de belleza. Esta Balada Nº 1 es un buen ejemplo. Se la dejo para este fin de semana en la interpretación de otro polaco, un verdadero aristócrata del piano: Kristian Zimerman. Disfruten.