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César Coca

Divergencias

Un libro cada semana: 'Una pasión rusa' de Reyes Monforte

Algunos personajes tienen biografías tan apasionantes que se encuentran en ellas más aventuras, más escenarios históricos irrepetibles y por supuesto muchas más vivencias que las que ofrecen otros de carácter puramente ficticio. La dificultad para el autor, en esos casos, es dar con el tono, el ritmo y la dimensión del relato, porque no es preciso inventar nada o apenas nada. Uno de esos personajes es la cantante Lina Codina, la esposa del compositor Sergei Prokofiev, que es la protagonista de Una pasión rusa, la novela de Reyes Monforte que ganó el premio de novela histórica Alfonso X el Sabio.

 

Lina Codina era hija de español y rusa, pudo haber desarrollado una carrera de cantante de no haber sucumbido varias veces a una inseguridad casi paralizante, hablaba media docena de idiomas y cautivaba a todos con su belleza y suprema elegancia. Fue la musa de Prokofiev, la mujer que lo guió en lo personal y lo creativo durante un par de décadas, su acompañante imprescindible en los salones y la escena de París y Nueva York… y quien lo protegió en Moscú cuando el compositor escuchó los cantos de sirena del Gobierno comunista y tomó la errónea decisión de volver a su país de nacimiento.

 

Allí vivió junto a Prokofiev éxitos inenarrables y la llegada de las primeras noticias sobre artistas y creadores desaparecidos en el agujero negro de la Lubianka, la siniestra cárcel del centro de la capital soviética. Entonces, ella le pidió que se fueran, que regresaran a Nueva York o que se instalaran en París… No lo hicieron. Aún más: Lina se quedó sola porque entonces irrumpió en escena una joven sin atractivo alguno, muy bien relacionada con el comité central del PCUS y admiradora irreductible del compositor. Su nombre: Mira Mendelson. Y el músico se marchó con ella. La historia es conocida: Prokofiev se fue con la joven y luego se casó pese a que no se había divorciado de Lina –¿lo empujaron a hacerlo o fue decisión propia?– y la esposa rechazada terminó donde tantos otros inocentes: en el gulag.

 

Reyes Monforte cuenta con detalle la historia de amor eterno de Lina a partir del momento en que conoció al compositor. Luego se detiene en los años felices, aquella etapa de éxito y glamour, de fiestas y aplausos, para terminar con el desgarro del abandono primero y la detención y el castigo, después. Por las páginas del libro desfilan centenares de personajes célebres –de Coco Chanel a Artur Rubinstein pasando por Stravinski, Meyerhold, Pasternak, Shostakovich, De Gaulle, Stalin y Diáguilev– y no hay episodio histórico que no tenga su referencia, de las hambrunas a los bombardeos de Moscú y la batalla de Stalingrado.

 

Una pasión rusa es el relato de una historia de amor que, si no fuera porque está documentada punto por punto, parecería imposible por excesiva. También la novela cae en el exceso en algunos momentos: es entretenida aunque en ciertos capítulos bordea la saturación de datos y personajes, de la misma manera que incurre en pequeñas inexactitudes respecto de las fechas en que ocurrieron cosas que se cuentan. Problemas menores para un texto que gustará, y mucho, a los aficionados a las novelas históricas y a la lectura de historias de amor tan arrebatadoras que resultan casi increíbles.

 

(Publicado en elcorreo.com)