Medio año antes de su muerte, Franz Schubert terminó una Fantasía para piano a cuatro manos que, aunque pudo estrenar dos meses más tarde, no llegaría a ver editada. Tras su desaparición, algunos de sus amigos promovieron la publicación de un puñado de partituras que aún no habían visto la luz, y una de ellas, editada por el célebre Diabelli, fue esta.
Esta obra ha terminado por convertirse en una de las más célebres del amplio catálogo que dejó para el teclado. Se trata de una pieza no tan libre en su estructura como podría pensarse al ver su título de Fantasía. Toda ella está impregnada de un poderoso romanticismo que influyó en gran medida en Liszt y otros compositores de las décadas posteriores.
Conocí esta obra en la grabación en vivo de Sviatoslav Richter y Benjamin Britten, realizada durante el festival de Aldeburgh. Aún tengo el disco, con su sonido opaco y más de un ruido de fondo. Es una joya, pero me parece un error anclarnos en las grandes grabaciones del pasado porque los intérpretes de hoy tienen sus propias lecturas de estas piezas y debemos conocerlas. En la música, como en todo lo demás, el tópico de que cualquier tiempo pasado fue mejor resulta falso muchas veces. Casi siempre, en realidad. Disfruten de esta versión moderna de una pieza que tiene ya casi dos siglos. Al piano, Imogen Cooper y Paul Lewis.