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César Coca

Divergencias

Un libro cada semana: 'Noticia de un secuestro' de Gabriel García Márquez

Diez días después de su muerte, ya se ha contado todo lo que podía contarse (o casi) sobre Gabriel García Márquez, la importancia de su literatura, sus amistades políticas a veces complicadas y los personajes de sus novelas. El mejor homenaje que se puede hacer a un escritor siempre, esté vivo o haya muerto, es leer sus libros. Así que la propuesta de esta semana va de eso, de un homenaje al Nobel fallecido.
Y como de sus títulos de ficción, sobre todo los más relevantes, se ha escrito hasta la saciedad, la recomendación se centra en su obra mayor en el campo de la no ficción. El colombiano se inició muy joven en el periodismo y no lo abandonó hasta los años noventa, aunque el trabajo de calle le resultó ya muy difícil tras el éxito enorme de Cien años de soledad. Pero siguió practicándolo, aunque con ayuda. Es lo que sucede con este Noticia de un secuestro, un libro para el que necesitó la ayuda de un pequeño equipo de reporteros que buscaron sobre el terreno datos que luego alimentaron su relato.
El libro cuenta el secuestro de siete personalidades vinculadas a la clase dirigente de Colombia, a cargo de Los Extraditables, en medio de una oleada de violencia política que puso al Estado contra las cuerdas. Justo en ese ambiente de exceso en todos los ámbitos, es donde surge el periodista en estado puro, el narrador que pone un nudo en la garganta del lector sin apenas usar adjetivos. García Márquez atrapa con el relato terrible de un secuestro pero lo hace sobre todo con la forma, con la capacidad para ir cambiando de punto de vista, para sugerir a veces en vez de mostrar, para no dejarse llevar nunca por el camino fácil del tremendismo.
Solo quien se ha dedicado al periodismo y luego ha desarrollado una gran trayectoria literaria es capaz de construir un libro así, cargado de la emoción de la realidad y embriagador como una novela. No hay lector que sea capaz de leer la escena en la que Marina Montoya se despide de sus compañeros de cautiverio sin sentir un vacío en el estómago.

(Publicado en elcorreo.com)