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César Coca

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Un libro cada semana: 'El hombre sin rostro' de Luis Manuel Ruiz

Luis Manuel Ruiz se ha labrado una merecida fama como estupendo narrador gracias a un puñado de novelas que plantean investigaciones que giran en torno a aspectos históricos, culturales y mitológicos. En esos títulos ha hecho viajar a sus personajes hasta el antiguo Egipto, la Alemania nazi, la época de Bach y otros escenarios barrocos. En El hombre sin rostro, elabora una fantasía científica ambientada en Madrid a comienzos del pasado siglo. Y añade un elemento nuevo: un humor inteligente y un punto absurdo que impregna la novela de la primera página a la última.

El protagonista de El hombre sin rostro es un periodista que ha llegado a ocupar un modesto empleo tras haber sido recadero y encargado del crucigrama y gracias a la baja de un compañero. El muchacho es torpe, muy torpe, y quiere convertirse en un reportero célebre en el campo de los sucesos desvelando el enigma que se encuentra tras las extrañas muertes de varios científicos: uno perece aplastado por el esqueleto de un dinosaurio, otro es hallado en la vía del tren con un sobre sobre su cuerpo, otro se desangra sin motivo aparente en una fiesta…

El nexo en común de todos estos científicos es un proyecto secreto en el que también ha participado un viejo sabio loco de cuya atractiva e inteligente -además de muy guerrera- hija el periodista se enamora a primera vista. El relato tiene un evidente tono de cómic en muchos momentos y avanza a través de muertes y misterios con un tono de parodia que es precisamente lo más llamativo de la novela. Luis Manuel Ruiz escribe aquí de forma completamente desinhibida. Se nota que se ha divertido mucho con las aventuras del profesor Salomón Fo, su hija Irene y el periodista Elías Arce, y caricaturizando los grandes experimentos de la literatura de ciencia ficción de hace un siglo.

No es una novela de humor, pero resulta más eficaz en ese sentido que muchas que se presentan bajo ese epígrafe. Tampoco es una novela de misterio al uso pero funciona muy bien como tal. Y ni siquiera es un relato de costumbres, aunque el panorama del Madrid de comienzos del siglo XX está estupendamente trabajado. Un hallazgo.

 

(Publicado en elcorreo.com)