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César Coca

Divergencias

La cultura en las televisiones públicas

Hace algún tiempo, una consejera de Cultura del Gobierno vasco (pero valdría para responsables de esa cartera de cualquier ejecutivo de los que tenemos más cerca) me dijo en una entrevista que no se podía dar ópera, teatro o conciertos de manera regular en ETB y menos en horario normal porque la audiencia para esos programas era mínima y los costes, altos. Quizá algún día a través de internet, añadió.
Durante las últimas semanas, he visto cómo algunas cadenas públicas (no solo ETB) retransmitían partidos de fútbol de Segunda División, o de otros deportes (rugby, balonmano, etc), en directo, con sus comentaristas correspondientes. Partidos en los que las canchas estaban casi vacías de público. En algún caso, creo que no había más de unos pocos centenares de personas. Me he tomado la molestia de averiguar las cifras de audiencia de esos programas: seguro que me creen si les digo que en ningún caso pasaron del 1%, y en la mayoría estaban entre el 0,2 y el 0,5. Algunas retransmisiones, incluso menos. No me extrañó: si el partido no interesaba lo suficiente para llevar a los hinchas a la cancha, para el resto de la población no tendría atractivo alguno. Las cifras corroboraban esa hipótesis.
Lo que desconozco son los costes de las retransmisiones, pero supongo que no serán pequeños: hay que desplazar equipos, disponer de una conexión, un par de comentaristas, derechos de emisión a las federaciones correspondientes o las empresas deportivas…
¿Se puede seguir manteniendo que no se puede dar cultura en las cadenas públicas porque tendrían poca audiencia? ¿Menos que esas retransmisiones de las que hablo? ¿Sería mayor su coste? Creo que la respuesta es no en todos los casos. La audiencia sería mayor, sin duda. El coste tampoco resultaría superior. Y cumplirían una función de servicio público que, con todos mis respetos para esos deportes y sus aficionados, no creo que se vea satisfecha con esas retransmisiones.
Los políticos manejan con soltura tópicos que no se sostienen. Pero me duele de forma especial que también los usen los responsables de Cultura, porque a ellos se les supone la defensa del sector. Y esa defensa no la veo.
Fidel Castro, ese anciano decrépito que en otro tiempo fue tan influyente, dijo ante el juez que lo envió a la cárcel por el asalto al cuartel de la Moncada que la historia lo absolvería. No sé si será así. No estoy seguro. De lo que estoy convencido es de que la sociedad no puede absolver a los responsables políticos de las televisiones públicas que postergan la cultura en busca de un hipotético aumento de las audiencias. Ya sería malo que lo hicieran aunque lograran su objetivo. Pero es todavía peor que, encima, consigan lo contrario.