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César Coca

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Un libro cada semana: 'Bloody Miami' de Tom Wolfe

Cuarta novela larga de Tom Wolfe que, ya octogenario, sigue diseccionando en vivo las sociedades o grupos sociales en los que pone los ojos. Hace ya treinta años que abrió en canal el mundo de los brokers en una Nueva York decadente y fascinante a partes iguales. Más tarde batió el récord de un adelanto percibido por un autor con Todo un hombre, que tardó tanto en entregar que casi se arruinan sus editores. Allí situaba el foco sobre la Atlanta en ebullición por la vorágine constructora derivada del crecimiento de la ciudad y la celebración de los Juegos Olímpicos. Y en Soy Charlotte Simmons hacía una radiografía brutal de la Universidad estadounidense centrando la historia en una muchacha inteligente y trabajadora que pierde el norte al comienzo de sus estudios, rodeada por jóvenes holgazanes y salvajes, y deportistas-universitarios que eran ejemplo de la más absoluta indigencia intelectual.

Ahora, Wolfe se va a Miami y pinta la ciudad con unos tonos vivos, de enormes contrastes. Se trata de otra novela coral, donde se hallan un joven policía cubano que cree que se comporta con heroísmo al salvar a un presunto perseguido por el castrismo y se convierte en un traidor para su comunidad; la novia que lo abandona para liarse con un psiquiatra de pacotilla para quien trabaja como enfermera; un paciente de este, un millonario adicto a la pornografía que ostenta el récord mundial de masturbaciones en un día; un joven periodista que busca la gran historia que lo consagre; su despistado director, que no sabe muy bien dónde se está metiendo; un inversor ruso en arte cuya fortuna tiene origen dudoso… y muchos más, contando con familiares, agentes y compañeros de todos ellos.

A través de esa galería, Wolfe describe una ciudad dominada por los cubanos, que hace medio siglo no tenían peso alguno en la población, lo que convierte a Miami en un caso único en el mundo. En el relato aparecen las subastas de arte en la ciudad, la inmigración, las locas fiestas de sexo salvaje en los barcos atracados en muchas islas de la región, la integración de las distintas etnias o, como siempre en sus libros, los medios de comunicación.

Wolfe provoca a todos, lo mismo con su crítica de los diarios que del arte moderno -impagable la escena en la que una ‘artista’ desarrolla una performance titulada La mujer des-follada-, el trabajo de los policías y las miserias familiares de los distintos grupos. Todo ello con su peculiar estilo, plagado de admiraciones, onomatopeyas, cursivas y hasta un signo nuevo, compuesto por una secuencia de signos de dos puntos. El lector debe hacer un esfuerzo, sobre todo en las primeras páginas, para no quedar agotado con esos artilugios de estilo, pero merece la pena. En esta novela aprenderá mucho más sobre Miami que en unos cuantos ensayos, y se divertirá con esos personajes siempre al borde de un ataque de nervios.

Por cierto, no estaría mal que alguien explicara por qué se ha titulado la edición en español Bloody Miami. Para mantener el inglés podía haberse dejado el original: Back to blood.

 (Publicado en elcorreo.com)