Ayer, día en que se cumplía el segundo centenario del nacimiento de Verdi, la ABAO presentó un libro con una selección de cartas del compositor italiano. Me parece admirable que una asociación privada a la que le han recortado las subvenciones y que tiene que pelear euro a euro los patrocinios y ganarse a los aficionados en cada título dedique una parte de sus recursos menguantes a una tarea culturalmente tan notable. Sabe la ABAO, saben sus responsables, que si no lo hacen ellos no lo hará nadie. No se puede esperar que en este momento -quizá tampoco en otro- una institución pública de Bilbao edite un libro sobre Verdi.
Alguien puede pensar que es un asunto minoritario. Pues depende de cómo se mire: cuando se programa un título de este compositor, sobre todo si es uno de los más célebres, hay más de 8.000 personas en la capital vizcaína y alrededores que pagan una entrada no barata -no puede serlo un espectáculo tan caro y en el que participa tanta gente- por verlo. No hay muchos deportes en los que eso suceda. Lo digo como simple referencia.
Pues bien, la ABAO edita un libro y realiza con ello una magnífica labor cultural porque las cartas de Verdi ayudan a entender a su autor, el tiempo que le tocó vivir y también las obras que compuso. No sé si las instituciones, esas que han dado un tajo brutal a las subvenciones que le entregan, se lo van a agradecer. Pero creo que los aficionados deben hacerlo.
Dicho todo eso, ya sé que algunos de ustedes esperan que suene la música. Y este fin de semana debe ser Verdi, por supuesto. Por el libro y, sobre todo, por el centenario. Como el próximo sábado está programado un Rigoletto, qué mejor que este clásico entre los clásicos. El fragmento elegido es el aria La donna è mobile, una de las más célebres de la lírica de todos los tiempos. ¿Intérprete? No sé si lo habrá habido mejor que Pavarotti, cuya voz -en sus mejores momentos- era de una belleza casi sobrenatural. Disfruten.