Ahora que se están apagando los ecos de la entrega del premio Cervantes a José Manuel Caballero Bonald, ha llegado el momento de leer lo esencial de su obra: la poesía. Y aunque con un poeta tan sólido no hay posibilidad de error porque todos sus libros tienen un gran nivel, quizá la mejor opción sea Antología personal, una selección de sus mejores poemas, publicada en 2002. El libro incluye además un CD en el que el mismo Caballero Bonald recita un puñado de versos.

El escritor jerezano tiene un manejo impresionante de la lengua. Incluso en una conversación informal su manera de construir las frases, la entonación y el vocabulario son admirables por su precisión. Su poesía es la mejor muestra de esa habilidad, que se comprueba desde los títulos, que son ya en sí mismos verdaderas joyas por su belleza.

Un número relativamente importante de sus poemas tiene el amor como eje. Son, resulta obvio decirlo, bellísimos. Les dejo uno de sus trabajos más célebres: A batallas de amor campo de pluma. Estoy seguro de que tras leer este puñado de versos estarán conmigo en que merece la pena coger la antología y dedicarle unas horas.

Ningún vestigio tan inconsolable
como el que deja un cuerpo
entre las sábanas
y más
cuando la lasitud de la memoria
ocupa un espacio mayor
del que razonablemente le corresponde.

Linda el amanecer con la almohada
y algo jadea cerca, acaso un último
estertor adherido
a la carne, la otra vez adversaria
emanación del tedio estacionándose
entre los utensilios volubles
de la noche.

Despierta, ya es de día,
mira los restos del naufragio
bruscamente esparcidos
en la vidriosa linde del insomnio.

Sólo es un pacto a veces, una tregua
ungida de sudor, la extenuante
reconstrucción del sitio
donde estuvo asediando el taciturno
material del deseo.

Rastros
hostiles reptan entre un cúmulo
de trofeos y escorias, amortiguan
la inerme acometida de los cuerpos.

A batallas de amor campo de pluma.

 (Publicado en elcorreo.com)