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César Coca

Divergencias

El bono cultura, visto y no visto

El lunes se abrió el plazo para la adquisición del bono cultura y ya han visto ustedes a qué velocidad han desaparecido los existentes. Este mecanismo de promoción del consumo cultural fue puesto en marcha por el Gobierno vasco saliente (copiado en sus líneas básicas de otras iniciativas anteriores, por ejemplo en Andalucía) y creo que nadie dudará de que su implantación ha sido un éxito. Por eso tengo la sospecha de que puede ser una de las herencias del Gobierno de Patxi López que mantenga de buen grado el Ejecutivo de Urkullu que lo sustituirá en un par de días.
 La razón es que se trata de una iniciativa relativamente barata para las arcas públicas que tiene un gran impacto en el pequeño comercio y en los espectáculos y que gusta a la gente. Atrás quedan algunas críticas disparatadas del primer año, cuando tuvimos que leer y escuchar cosas como que con las necesidades que existen serían mejor bonos de comida -decían unos-, mientras otros se quejaban de que para tener un descuento de 15 euros era preciso gastar 25, como si no fuera así como funcionan las rebajas. Porque conseguir 15 euros para comprar sin gastar nada de forma paralela sería un regalo y no un descuento.
 
Pues bien, tras esas críticas propias de un tiempo en que a la oposición no le gustaba en absoluto lo que hacía el Gobierno, las aguas fueron volviendo a su cauce y no se ha vuelto a escuchar nada negativo en cuanto al modelo en su esencia. Sí a algunas cuestiones de funcionamiento, y eso seguro que puede ser mejorable. Pero no a su filosofía. Y no hay más que ver lo que acaba de hacer la Diputación vizcaína con el comercio, para comprobar que al PNV también le gusta el modelo. Así que imagino que el año próximo, con otro Gobierno, habrá bono cultura, aunque como todo gobernante quiere dejar siempre su sello no es improbable que cambie algo: las sumas de dinero, los plazos o las entidades que lo gestionan. Pero lo importante no es eso, sino que siga.