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César Coca

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Un libro cada semana: 'Años lentos' de Fernando Aramburu

La última novela de Aramburu, premio Tusquets, cuenta a través de un niño la vida en el entorno humilde y varado en el tiempo de una familia donostiarra a finales de los años sesenta. La historia arranca cuando un muchachito de apenas ocho años llega a pasar unos meses con sus tíos de San Sebastián. Es el más pequeño de su nuevo hogar y tendrá serias dificultades para hacer buenas migas con su primo, un mozalbete chulesco y despreciativo; una prima que vive obsesionada por el sexo en un momento y un país donde eso era lo más prohibido que había; y con un tío taciturno que pasa las horas en la taberna próxima a su casa. Solo su tía se ocupará de él con verdadero afecto.

En ese contexto del último franquismo se mueven aguas subterráneas muy poderosas pero la impresión de la superficie es habitualmente de una calma paralizante, como de tiempo detenido. Aramburu, que aparece en la novela como escritor, en un recurso literario que pretende marcar distancias entre realidad y ficción, ha creado una historia que combina la narración convencional con la metaliteratura. Así, el texto está construido a partir del relato en primera persona que el protagonista hace muchos años después al escritor. Pero intercalados en ese relato, rompiéndolo, están unos apuntes que hace el escritor sobre la propia historia. Unos apuntes que tienen la apariencia de eso, apuntes. El escritor se corrige a sí mismo, hace observaciones sobre la narración, los personajes e incluso el lenguaje utilizado… Es decir, algo así como un texto para un taller literario que parece desvelar la tramoya que hay detrás de toda novela. Aunque, por supuesto, sea falso.

La novela se adentra en un territorio conocido para los lectores de Aramburu, porque aquí está, de fondo, la ETA de sus primeros años, ese movimiento que en vida de Franco se presentaba como un grupo casi romántico que luchaba contra el tirano, y la mayoría estaba muy lejos de adivinar en qué se convertiría pasada una década.

Tras la polémica generada por su autor el día que se conoció el premio, cuando habló de la tibieza de los escritores vascos respecto de la violencia de ETA, cabe pensar que ahora se hablará más de literatura y menos de política. Sería lo mejor a la hora de juzgar un libro más que estimable.