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César Coca

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Una entrevista con Alison Balsom

«Para hacer carrera  debes tener aptitudes pero hoy también se necesita marketing»

La artista británica, que acumula premios y es una celebridad en el ámbito audiovisual e Internet, toca en Bilbao con la BOS

 

Alison Balsom es una magnífica trompetista que en los últimos tiempos acumula premios, entre ellos el de Artista del Año de los Classical Brit Awards 2009. Esa misma temporada fue elegida para cerrar los Proms londinenses, uno de los festivales más populares del mundo en el ámbito de la música clásica. Pero Balsom, una inglesa de 33 años que vestida con un pantalón y una camiseta y sin maquillar parece bastante más joven, tiene además una presencia notable en medios audiovisuales y en la red. Allí, además de sus virtudes artísticas, se destaca su gran atractivo. Ningún intérprete musical triunfa por ello pero siempre beneficia al marketing y a estas alturas, reconoce Balsom, no se puede hacer una carrera sin su ayuda. La trompetista es la solista invitada de los conciertos de hoy y mañana de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS), con la que interpretará el concierto de Tomasi, bajo la dirección de Ryusuke Numajiri. El programa se completa con ‘El sueño de un bailarín’ de Escudero y la Sinfonía Nº 11 de Shostakovich.
– ¿Quién puso la primera trompeta en sus manos?
– Nadie en concreto. La primera vez tenía siete años y estaba en la escuela de mi pueblo, Roystond Town, al sur de Inglaterra. En la clase de Música podíamos elegir entre los diferentes instrumentos y me llamó la atención la fuerza y brillantez de su sonido.
– ¿Qué dijeron sus padres? La trompeta es un instrumento poco habitual para una niña.
– Estaban contentos, porque además varias de mis amigas escogieron también la trompeta aunque luego, más o menos con once años, lo fueron dejando. En clase no había diferencias entre niños y niñas a la hora de elegir instrumento porque además teníamos un profesor muy motivador. Yo en esos años escuchaba mucho a Dizzy Gillespie, así que, al contrario que mis amigas, no solo no lo dejé sino que me metí en una de las bandas que abundan en la región donde nací.
– La imagen habitual de los trompetistas es la de un varón de complexión física poderosa. ¿Necesita una mujer una preparación física especial para poder tocar el instrumento?
– Es más un problema técnico que de fortaleza física. Sucede un poco como con los cantantes de ópera, que los hay también delgados, cada vez más. Pero es cierto que tocar la trompeta requiere un entrenamiento como el de un bailarín para hacerlo sin tensión y al mismo tiempo como el de un cantante para poder respirar y mover los labios y los músculos de la boca con suavidad.
– Alguna vez ha dicho que para ser trompetista hay que ser extrovertido. ¿Por qué?
– Porque tocar este instrumento tiene bastante de exhibicionismo, que es algo que se relaciona más con los hombres. Cuando eres solista siempre estás muy expuesto. En este caso más, porque la trompeta es un instrumento arriesgado, que no te deja esconderte. Ni siquiera cuando formas parte de la orquesta. Incluso cuando participas en un ‘tutti’ es expuesto. Hay una cierta adicción a eso de estar muy presente. Nos gusta.
– En las redes sociales y en los comentarios a sus vídeos en Youtube se destaca muchas veces su atractivo. ¿Teme que muchos asistentes al concierto se fijen más en la mujer que en la música?
– No es algo que me preocupe. Lo que quiero es interpretar la música lo mejor que pueda. No creo que la apariencia física te dé un plus a la hora de hacerlo. Sí lo hace el carisma, que es algo mucho más amplio y complejo que la simple apariencia. A mí me llaman las mejores orquestas, toco con ellas y vuelven a contratarme. No lo harían solo por mi físico.
– Ha ganado muchos premios, grabado un puñado de discos y da muchos conciertos, pero también tiene una gran presencia en medios audiovisuales y en Internet. ¿Qué es hoy más importante para una carrera musical?
– No se puede tener una cosa sin la otra. Si no tienes talento y desarrollas una carrera sólida, no grabas discos ni tienes premios ni hacen documentales sobre ti. Para hacer una carrera, y más si quieres que sea larga, debes tener aptitudes, pero hoy también se precisa marketing.
– Las orquestas tocan sobre todo repertorio del Clasicismo y el Romanticismo, y esos compositores no escribieron nada para su instrumento. ¿Eso es un handicap para los trompetistas?
– Las trompetas de hoy habrían permitido tocar cualquier obra del Romanticismo, pero no las de entonces. Por eso los compositores de esa época no las hicieron. Es un handicap, sí, aunque la ventaja es que las trompetas modernas tienen un sonido muy bueno para una gran orquesta y una gran sala. De todas formas, yo he hecho adaptaciones de algunas obras para otros instrumentos solistas, con objeto de poder tocarlas a la trompeta.
– El gran repertorio del siglo XX para trompeta está en el jazz. ¿En el fondo, no le gustaría ser Gillespie, Armstrong o Marsalis?
– No siento envidia. Siempre me ha gustado el jazz, aunque fui formada en la tradición de seguir al pie de la letra lo que dice una partitura. Yo creo que en el futuro habrá una mezcla mayor de géneros:no usando en la clásica instrumentos ajenos, o viceversa, sino en el sentido de combinar lenguajes.
– ¿Nunca la han invitado a participar en una jam session?
No, pero es que además la manera de tocar es técnicamente distinta. Quienes hacen las dos cosas, interpretar clásica y jazz, terminan por tener problemas. Quizá pudiera tocar jazz cambiando la técnica de embocar, pero es muy delicado.

 

 

¿Se puede arrullar a un niño con el sonido de una trompeta?

Charlie no tiene aún dos años pero no le asusta el sonido de la trompeta. Antes al contrario, está completamente habituado a él, tanto que ni se despierta aunque suene próximo. Charlie ha viajado a Bilbao, es hijo de Alison Balsom y está más que acostumbrado a oír a su madre mientras prepara en casa una obra. «Ya me escuchaba antes de nacer, cuando tocaba durante el embarazo», explica sonriente. Ahora, el problema para la intérprete británica puede ser más de atención que de ruido. «No le molesta que toque, pero trata de quitarme la trompeta de las manos, quizá por celos», añade. De momento, lo lleva con ella cuando sale de viaje, a menos que se trate de una gira que la obligue a recorrer varias ciudades en pocos días.
Balsom tiene diez trompetas, de distintos tipos para abordar repertorios diferentes, porque poco tiene que ver el sonido de la trompeta en las obras barrocas con el de las partituras de los siglos XX o XXI. Su favorita es la que ha traído a Bilbao –no la suelta ni un instante durante la entrevista–, heredada de un amigo que murió. Es un instrumento que tiene unos quince años, la mitad de su vida útil. «Nunca me ha fallado», dice, y hace el gesto de tocar la madera de la tarima de la sala de ensayos de la BOS, en el Euskalduna.

 

(Publicado en El Correo el 12 de enero de 2012).