No sé qué pensarán ustedes pero siempre he tenido la impresión que envejecemos viendo cómo lo hacen quienes nos rodean. No solo esos compañeros de colegio a quienes no vemos desde hace mucho y un día en la calle descubrimos que parecen abuelos prematuros; también las grandes figuras a las que hemos admirado, que llenaron nuestra adolescencia y juventud, y de pronto nos sobresaltamos al enterarnos de que han llegado a una edad ya bastante avanzada.
Hace unos meses fue Martha Argerich y esta semana ha sido Maurizio Pollini quien ha cumplido 70 años. Una edad ya considerable, aunque el pianista italiano no piense ni por asomo en retirarse. Tiene una brillante carrera a sus espaldas y un puñado de grabaciones de las que hacen historia, con interpretaciones analíticas, intelectuales, con un enorme sentido de la arquitectura global de las partituras… Pollini ha sido acusado de excesivamente frío a veces, por contraposición a su colega también septuagenaria Argerich. Donde esta pone el fuego, el italiano disecciona los pentagramas como si fuera un cirujano. Como se suele decir, también el hielo quema y Pollini lo ha demostrado más de una vez.
Interesado por la música contemporánea, gran intérprete de Chopin y Beethoven, Pollini ha formado una sociedad perfecta con Claudio Abbado. Los dos participaron en conciertos ya míticos allá por los setenta, en fábricas y polígonos industriales de Italia. Ambos compartían militancia izquierdista y vocación por sacar la música clásica de recintos tantas veces considerados sagrados.
Pollini tiene ya 70 años. Todos nos vamos haciendo mayores.
(Les dejo un vídeo que es historia. Pollini en el Concurso Chopin de Varsovia de 1960, que ganó. Sale, recoge el premio, saluda a los miembros del jurado, empezando por Rubinstein, y se sienta al piano… No se lo pierdan)