El éxito del Bono Cultura del Gobierno vasco demuestra que nos gusta regalar cultura en todas sus facetas. Siempre he pensado que un libro, un disco, una película, unas entradas para un concierto o la ópera, son un regalo elegante y oportuno, y además no demasiado caro (hay un amplio abanico de precios en todo ello). Cuando comenzó esta crisis interminable, algunos expertos apuntaron que iba a resultar muy buena para el sector editorial, porque podía beneficiarse del hecho de que un libro es el regalo más barato que puede hacerse. ¿Hay algo que cueste menos de 20 euros y no resulte un poco cutrecillo? Por supuesto, hablo de regalos materiales. Lo digo antes de que ustedes empiecen a hacer la lista de regalos sin valor económico pero que son muy apreciados.

El pronóstico no ha resultado del todo cierto, y el sector editorial tampoco vive un gran momento. Pero el argumento que lo sostenía es incontestable. La cultura es barata y al tiempo nos enriquece, nos hace más libres, nos proporciona momentos de intenso placer, nos da temas de los que hablar… Con los libros vivimos aventuras, con la música nos emocionamos, los cuadros nos colocan en mundos distintos, el cine nos hace soñar… ¿Quién puede ofrecer más? Y todo eso, por muy poco dinero. Con el Bono Cultura, incluso con una sustancial rebaja.

Regalen cultura. Y, sobre todo, regalen cultura a las personas que más quieren. Como diría Woody Allen, ustedes mismos están incluidos en ese capítulo. Si necesitan una guía, mañana en Territorios, el suplemento cultural de EL CORREO, les ofrecemos 130 recomendaciones: libros de todos los temas y precios, y discos y deuvedés de rock, jazz y clásica. La selección, por supuesto, es discutible. No todo lo bueno está ahí, porque el espacio es limitado. Pero todo lo que está es bueno.