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César Coca

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Twitter se suma a los grandes iconos revolucionarios

Marx, Lenin, Gandhi, Luther King, Ernesto Che Guevara… y Twitter. Algunos han completado con esta red social la lista de los grandes iconos revolucionarios de los últimos dos siglos. Por eso hay quien habla de que Twitter incluso derriba dictadores. Y se queda tan ancho.

Me parece que estamos desenfocando la cuestión. Marshall McLuhan dijo aquello de que el medio es el mensaje hace más o menos medio siglo y causó un gran revuelo. Luego, sus teorías cayeron en un semiolvido y hoy ni siquiera es un autor de referencia en las facultades de Periodismo: un nombre a deslizar en una clase, sin detenerse especialmente en él.

Las redes sociales aumentan la velocidad de la comunicación, la multiplican, pero movilizan solo a quien quiere ser movilizado y considera que tiene motivos para ello. Motivos que, por cierto, habrá racionalizado gracias a algo bastante más complejo que un mensaje de menos de 140 caracteres. Si no hay un líder y un mensaje, un motivo por el que movilizarse, dará lo mismo que existan Twitter o cuantas redes podamos imaginar. Eso sin olvidar que además de promover una comunicación rápida también favorece la veloz difusión de bulos, con todo lo que ello supone.

Por eso, cuando veo que algunos analistas atribuyen a Twitter prácticamente el mérito absoluto de haber obligado a renunciar a Mubarak, me entran las dudas. No solo por las cifras de usuarios de Internet y de personas con acceso a las redes sociales en Egipto, sino sobre todo porque la experiencia de otros lugares muestra que las grandes manifestaciones se producen cuando la indignación es tan grande que el vaso de la paciencia se desborda, haya o no redes sociales. No olvidemos que las tres mayores manifestaciones de la historia de España tuvieron lugar cuando las redes sociales no existían o su penetración era insignificante: fueron las posteriores al asesinato de los abogados laboralistas de Atocha, el 23-F y el 11-M.

Twitter es un púlpito global, pero no de argumentos sino de eslóganes. Si, como se dice en las facultades, la radio y la TV son medios calientes y la prensa es más bien frío, Twitter sería un medio de los que abrasan. Pero para abrasar tiene que haber alguien que encienda el fuego y material combustible. Y luego no estoy seguro de que sus efectos no sean muy efímeros. Twitter no derribó a Mubarak. La caída del faraón fue porque treinta años de falta de libertad, desigualdad social y corrupción son difícilmente soportables por sociedad alguna. Y porque hubo líderes capaces de decir hasta aquí hemos llegado y ponerse al frente de la movilización, y un ejército que entendió que el ciclo había llegado a su fin.

Una pregunta: si Twitter derriba dictadores y regímenes no democráticos, ¿cómo es que quedan tantos en el mundo?