No conozco a nadie a quien guste la música que no tenga entre sus preferencias alguna pieza que, siendo objetivos, no consideraríamos lo mejor en su género, ni mucho menos. Esto vale para el pop, el folk y, por supuesto, la clásica. Las razones son infinitas: que esa música está unida a la propia biografía, que la escuchamos a un intérprete maravilloso, que tiene una melodía que nos resulta irresistible…
En mi caso, una de esas obras es una pieza bastante menor dentro de la producción de Beethoven: la Fantasía para piano, coro y orquesta, una partitura que en su parte final parece un ensayo de la Novena. En mis años estudiantiles en Madrid, y en el reducido grupo de amigos que hablábamos de música y nos dábamos largas sesiones (en vivo y mediante tocadiscos), esta obra era una de nuestras preferidas. Fueron muchas conversaciones sobre estos veinte minutos escasos de música, muchas audiciones con un silencio reverencial, percibiendo cada nota, siguiendo entusiasmados esa introducción que en su origen fue una improvisación del propio Beethoven, y gozando con ese final en tono de triunfo, como tantos de este autor.
En aquellos años escuchábamos sobre todo la versión de Jörg Demus, con Ferdinand Leitner a la batuta y el Coro y la Orquesta Filarmónica de Viena. Debía de ser una grabación de finales de los años sesenta para Deutsche Grammophon. Hace un tiempo, de forma casual, la hallé en compacto, en combinación con una obra diferente. En cambio, no la encuentro en video, así que les dejo una mucho más reciente, con Helène Grimaud al piano, en los Proms londinenses, hace un par de años. Quizá les guste, aunque sea una obra menor.