Michel Houellebecq ha ganado el premio Goncourt de este año por su obra La Carte et le territoire. Según informan las agencias, ha obtenido el apoyo de siete de los nueve miembros del jurado, el más prestigioso de cuantos se conceden en Francia.

Como ustedes saben, Houellebecq estuvo en Bilbao hace mes y medio, participando en el festival literario La Risa de Bilbao, invitado por su director, Juan Bas. Él fue una de las estrellas mayores de ese encuentro que giró en torno al humor. Lo fue no solo por la calidad de su obra y el atractivo del Houellebecq-personaje, sino también por su capacidad para mantener ese personaje que ha creado consigo mismo sin descansar ni un minuto.

Los lectores de su obra saben que la suya es una literatura provocadora y amarga, en la que el humor da pie más a muecas que a risas. Hay mucha transgresión en sus novelas y no solo con el sexo como tema central. También se encuentra en su pose. En Bilbao le vieron sus seguidores sin desprenderse ni un minuto de una especie de abrigo más propio del tiempo invernal que de los primeros días de otoño en una ciudad como esta. Y quienes asistieron a la entrevista en el Euskalduna saben que estuvo a punto de montar un número importante por su afición al tabaco, que no entiende de prohibiciones.

Supongo que en Francia nada de todo esto llama ya la atención, así que seguro que han premiado la calidad literaria de su último trabajo. Eso es lo que deberíamos apreciar siempre en un escritor: la calidad de sus textos. El resto no es importante.

(La fotografía es de Gabriela Barnuevo y fue tomada durante la entrevista en el Euskalduna)