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César Coca

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Maria Joao Pires

A estas alturas, seguro que la mayoría de ustedes sabe que la pianista portuguesa Maria Joao Pires actuará el martes en el teatro Arriaga, en Bilbao, junto al tenor Rufus Müller. Pires no se prodiga demasiado por aquí y las últimas veces ha venido a hacer música de cámara, lo que significa que ha compartido protagonismo con otro artista. Creo que su último recital en la Villa (escribo de memoria) fue en 2002, en el Euskalduna, con un programa que incluyó la sonata Claro de Luna y las Variaciones Heroica de Beethoven, entre otras obras. Estuve en aquel concierto y guardo un extraordinario recuerdo.

Aquel recital, además, me dio la oportunidad de entrevistarla en su casa-escuela de Belgais, cerca de Castelo Branco. Fue toda una experiencia llegar hasta aquel remoto lugar (y salir de allí en medio de un impresionante aguacero, con varios kilómetros de camino forestal hasta la carretera) y compartir una larga conversación al amor de la lumbre.

A lo que iba. Tenemos entre nosotros a Pires, aunque sea con un papel no estrictamente protagonista. Y dado que ha anunciado varias veces su intención de retirarse pronto, al menos en lo que se refiere a hacer giras, quizá sea de las últimas oportunidades de escucharla. Hace unos años, sufrió un infarto (su último álbum, con obras de Chopin, está dedicado a los doctores del hospital de Salamanca que le salvaron la vida) y desde entonces su actividad se ha reducido mucho. No descarten que en breve se dedique casi exclusivamente a grabar algunos discos y dar seis u ocho recitales al año, sin viajar demasiado para ello. De manera que, si pueden, no dejen de ir al Arriaga el martes.

(Les dejo un vídeo que ya tiene sus años. Pires toca el segundo movimiento del Concierto Nº 23 de Mozart, uno de mis fragmentos favoritos. Estoy seguro de que esta es una de las músicas que tienen en el cielo como banda sonora).