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César Coca

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Los toros y la barbaridad de Pío García Escudero

Vaya antes de todo una declaración personal: no soy antitaurino ni partidario de la prohibición de la fiesta. Eso no significa que los toros me gusten. He ido a dos corridas en toda mi vida, la última de ellas hace casi 30 años. Y no recuerdo haber visto ninguna entera en la TV, aunque quizá sí lo hiciera en la adolescencia, por puro aburrimiento o por falta de alternativa.

Dicho todo eso, voy a atreverme a decir que Pío García Escudero, el portavoz del PP en el Senado, ha expuesto una sucesión de barbaridades en su intervención de hoy en petición de que los toros sean declarados bien de interés cultural. De otra manera: o no sabe de qué va eso del arte o quería tomarnos el pelo a todos.

Muy brevemente: el senador del PP ha dicho: “El torero es un artista, como el pintor, el escultor, el compositor o el poeta” (…) “tiene que adaptarse inmediatamente a la materia prima”, “a las características del toro”, “improvisar” y “necesita la inspiración inmediata”. “Ha de crear su obra de arte en 20 minutos, sin posibilidad de corregir. Y en todo momento se está jugando la vida”.

Bien, desmontemos su discurso. Un torero no es como un pintor, un escultor, un poeta o un escultor. Necesitar de la inspiración no convierte a nadie en artista. El periodista radiofónico también necesita de esa inspiración y ello no le hace artista. Y el jugador de fútbol debe optar en cada momento por un pase o un regate, por un tiro a la escuadra o a ras de tierra. Ninguno tiene la posibilidad de corregir.

Por supuesto, jugarse la vida en cada momento no da a nadie categoría artística. Salvo que ahora entren en ese saco los astronautas, los pilotos de carreras, los soldados, los espías o quienes se ofrecen para que experimenten medicamentos en su organismo.

Los toros son un espectáculo. De mayor o menor calidad, de acuerdo. Por desgracia para los taurinos, en la gran mayoría de los casos, más bien flojito. Pero no hay faena que se pueda comparar ni de lejos, ni en el más feliz de los sueños de Pío García Escudero, al Quijote, ‘Las Meninas’, el ‘David’ de Miguel Ángel o la Novena de Beethoven. No tienen la misma trascendencia, el mismo relieve, la tradición cultural que subyace en cada una de ellas, el genio creador. Solo desde el más absoluto desconocimiento se puede sostener una comparación semejante.

Señor García Escudero: faena pobre, deslucida, con pinchazo en hueso y decepción del público.

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arte, toros