Me advirtieron de que era un libro notable y lo he leído durante las vacaciones. Hablo de La vida entera, de David Grossman, un autor que hace apenas dos meses recibió el premio de la Paz de los libreros alemanes. Un libro de 800 páginas en letra pequeña y más bien escaso de diálogos que cuenta una peculiar historia de amor a tres bandas a lo largo de treinta años -me niego a hablar de un triángulo-, con dos hijos de por medio y el fondo muy nítido de la situación de Israel y Palestina.
La acción transcurre durante una caminata de varios días en la que dos de los tres protagonistas (el tercero está en ese momento en Sudamérica, pero irrumpe en la narración continuamente) recorren una parte de Israel mientras el Ejército de ese país desarrolla una misión de castigo contra grupos de activistas palestinos. Una misión en la que participa el hijo de ambos. La conversación entre ellos y los episodios que se suceden durante la marcha hacen aflorar los recuerdos y el lector va conociendo así su historia.
La lectura del libro nos hace pensar en el amor y su complejidad, por supuesto, pero también sobre las relaciones con los hijos y de estos entre sí, y nos ofrece muchas claves para entender lo que está pasando en Oriente Próximo. Ese lugar que tantas noticias ofrece casi cada día. Por cierto, si ustedes piensan que en ese conflicto hay un bueno y un malo (da igual a quién identifiquen con qué), no les va a gustar el libro.
Tengo la impresión de que La vida entera ha pasado bastante inadvertido por las librerías. Y es una lástima.