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César Coca

Divergencias

La cacería, la ópera y los museos

Es tema de escándalo estos días: el ministro de Justicia y un juez de la Audiencia Nacional coincidieron en una cacería mientras el segundo instruía un caso de corrupción en el que son protagonistas militantes y parece que puede que hasta cargos del PP. No les quiero hablar de eso, ya saben que este blog trata en lo posible de eludir la política. Y más en semanas como ésta, en las que la campaña electoral lo invade todo.

Sí quería referirme en cambio a las reuniones discretas y las conversaciones relevantes que los protagonistas de la política y los negocios tienen en ámbitos de la cultura, y no sólo en las cacerías . Recuerdo de mi ya lejana etapa en el periodismo económico que en los ochenta, en plena fiebre de los negocios rápidos (la que retrata con precisión y no poca mala leche Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades), algunos redactores del New York Times, el Wall Street Journal y otros diarios importantes eran asiduos asistentes a las óperas del Metropolitan porque los prohombres de los negocios y la política estaban allí en las funciones de estreno, y en los entreactos charlaban de sus cosas. Y por allí circulaban los periodistas observando y conversando con unos y con otros.

También es bastante frecuente que banqueros e industriales cierren flecos de sus negocios con una copa en la mano y mientras hacen como que contemplan un cuadro de esa exposición que alguno de ellos (o más bien, las entidades que presiden) ha patrocinado. Estoy seguro de que es mucho más frecuente que conversaciones así se den en esos escenarios –en el fondo mucho más discretos y tranquilos- que en el monte, mientras esperan que aparezcan el corzo o el jabalí.