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César Coca

Divergencias

La música y los extremistas

Leo una pequeña entrevista a un director de orquesta iraquí. Dice que quiere ofrecer una alternativa a los jóvenes de su país, “que vean que pueden elegir entre tocar la flauta o el violín y empuñar un Kaláshnikov”. Cuando a Karim Wasfi, que así se llama, le preguntan por qué los extremistas odian la música, la respuesta es “porque tienen miedo a la libertad”.

Queda muy bonito, pero me temo que no es cierto. Sí lo es que para algunos la música puede ser una alternativa al fusil, la pistola o la navaja. La experiencia de Abreu en Venezuela es positiva. Pero no es verdad que a los extremistas no les guste la música. Muchos dirigentes nazis eran exquisitos melómanos. A Stalin se le veía con frecuencia en la ópera o en los conciertos. Y creo que uno y los otros eran extremistas por no decir otra cosa bastante peor. Eso sucedió hace medio siglo o más y sigue sucediendo. Tiene mucho mérito ser director de orquesta en Irak pero me parece que su diagnóstico no es acertado.

Que pasen un buen fin de semana y empiecen a pensar en el amor, que llega el día de San Valentín. Les dejo el célebre Sueño de amor de Liszt interpretado nada menos que por Artur Rubinstein. Disfruten.

(La foto es de un concierto dirigido por Furtwängler ante todos los jerarcas nazis, en el Berlín de 1940, cuando Europa ardía y los campos de concentración empezaban a llenarse).