Ha muerto John Updike, uno de los grandes narradores (para muchos, mejor autor de relatos breves que novelista) de la Norteamérica de hoy. El creador del personaje de Conejo, ganador de dos Pulitzer y de multitud de premios más, ha fallecido víctima de un cáncer de pulmón a los 76 años.
Esto ya lo habrán leído ustedes en nuestro digital. Así que sólo quiero añadir un breve apunte: Updike era desde hace no menos de veinte años un fijo en las quinielas del Nobel. Quizá no en un lugar tan relevante como su paisano Philip Roth o, entre los autores en español, Mario Vargas Llosa, pero ha estado presente siempre en todos los pronósticos que incluyeran una decena de nombres. De manera que estamos ante otro grande que muere sin el Nobel. Visto el criterio de Horace Engdahl (ya saben, que la literatura estadounidense mira demasiado hacia su país y no trasciende ni influye, una verdadera estupidez impropia de alguien con sus responsabilidades ya que es secretario de la Academia Sueca) era de esperar. Les propongo un juego: cojan la lista de los últimos veinte Nobel y comparen su calidad con la de la obra de Updike. Y luego contesten si deberían haberle premiado.
Empiezo a temer que Roth, otro estadounidense de obra poco influyente, muera también sin el Nobel. Sería otra enorme injusticia.