Como le sucedió a Óscar, yo también he disfrutado mucho con el discurso de Javier Marías en su ingreso en la Real Academia. Y me he preguntado estos días si la literatura puede contar la realidad. Marías sostiene que no. A veces por defecto y a veces por exceso. Por poner sólo un ejemplo: ¿a quién no le parecería una burda exageración una novela que contara con el detalle y el rigor de un buen reportaje la historia terrible de Josef Fritzl, presunto ser humano –como suele decir el maestro Manuel Alcántara–, de cuyas monstruosidades estamos teniendo cumplida noticia estos días?
Hace unos cuantos años, cuando publicó ‘La fiesta del Chivo’, Mario Vargas Llosa me contó que tuvo conocimiento de episodios protagonizados por Trujillo de una crueldad tal que no los puso en la novela porque nadie lo habría creído. El propio Marías cuenta en el segundo tomo de ‘Tu rostro mañana’ un par de brutalidades de la época de la Guerra Civil que pone en boca del padre del personaje narrador (trasunto más que evidente de su progenitor, Julián Marías ) y que si son creíbles es porque el lector sabe que eso fue así por unos cuantos detalles que los acompañan. Pero en un relato de ficción no habrían funcionado, por inverosímiles. A veces la maldad es tanta que ni siquiera la literatura puede con ella.