La rúcula, también conocida como rúgula, oruga, ruqueta o jaramago, es una hortaliza que se suele consumir en ensaladas.
Esta verdura no es una hortaliza cualquiera, consiste en una hortaliza muy especial por sus grandes propiedades beneficiosas para nuestro organismo.
Su origen proviene de la cuenca mediterránea así como de Asia occidental.
Hasta no hace mucho era considerada una mala hierba que crece silvestre en los bordes de los caminos y solares próximos a núcleos urbanos, aunque actualmente goza de fama internacional en la alta cocina.
En la época romana se cultivaba la rúcula como verdura en el Mediterráneo siendo considerada afrodisiaca.
Tanto Dioscórides, como Ovidio, afirmaban que comida cruda en grandes cantidades la rúcula estimula la lujuria.
Marecellus Empiricus, conocido médico romano del siglo IV recetaba un caro medicamento basado en la rúcula para curar la impotencia.
Este efecto “lujurioso” de la rúcula se debe a su alto contenido en triptófano, aminoácido precursor de la serotonina.
También el alto contenido de vitamina A previene problemas oculares.
Su contenido de carotenoides sirve para prevenir las cataratas.
Su alto contenido en vitamina C le hace una potente aliada contra el escorbuto.
Su ácido fólico junto con su hierro, hacen de la rúcula un estupendo revitalizante para personas con astenia (falta de fuerza física o muscular), así también como la combinación de su vitamina C con su hierro le hace ser un estupendo remedio contra la anemia.
Su fibra favorece el tránsito intestinal y sus sustancias amargas favorecen la digestión.
La rúcula también posee propiedades estomacales por sus propiedades antioxidantes y prostaglandinas reduciendo el ácido gástrico.
Se recomienda su consumo, bien cruda o en forma de infusión para tratar el dolor de estomago, úlceras estomacales y ardor de estómago.
También posee propiedades emolientes por las cuales reblandece los tejidos, disminuyendo las inflamaciones.
La rúcula posee componentes sulfurados que le dan un sabor picante en hojas y semillas, los cuales provocan un efecto rubefaciente (enrojecimiento de la piel y sensación de calor).
Estos componentes sulfurados también contienen glucosinolatos, los cuales el cuerpo convierte en isotiocianatos, los cuales provocan una función antioxidante.
Ciertas investigaciones afirman que los osotiocianatos podrían prevenir y tratar el cáncer, poseyendo propiedades tumoricidas, apoptóticas (matando las células cancerosas), antimutagénicas y antidegenerativas.
El glucosinato que contiene la rúcula, la hace efectiva contra el cáncer de páncreas, cáncer de mama y cáncer colorectal.
Su alto contenido en vitamina A, junto con los flavonoides, evitan el cáncer de pulmón, el cáncer de piel y el cáncer bucal.
Pilinio también nos dice que sus semillas sirven para combatir las lombrices intestinales.
Según la Medicina Tradicional China, la rúcula también tiene propiedades beneficiosas para el hígado.
Su clorofila evita que el hígado sea afectado por sustancias cancerígenas.
El consumo de esta verdura que nace en primavera nos ayuda a depurar el exceso de grasas consumidas durante el invierno.
También es recomendada para personas con colesterol y como complemento de dietas depurativas, por su contenido de vitamina K, la cual también facilita la asimilación del calcio que la rúcula también posee, siendo ello muy beneficioso para nuestros huesos.
Su vitamina B, unida al ácido fólico evita el envejecimiento del cerebro, y evita inflamaciones.
En la antigüedad se utilizaban cataplasmas de rúcula para reducir inflamaciones.
También su alto contenido en vitamina C fortalece nuestro sistema inmunitario.
También contiene minerales tales como hierro, potasio, fósforo y manganeso.
Baja el contenido de colesterol negativo en la sangre ayudando a regular el nivel de azúcar, previniendo enfermedades con la diabetes.
Su cultivo no ha sido efectuado a gran escala, siendo su recolección básicamente en estado silvestre, hasta el año 1.990.
A partir del año 1.990 se empezó a investigar y cultivar la rúcula un poco más seriamente, actualmente se cultiva especialmente en Véneto (Italia).
La rúcula se emplea principalmente para la elaboración de ensaladas aunque también se cocina como verdura con pasta o cecina (producto similar al jamón de cerdo, pero generalmente elaborado con carne de vaca).
En Italia también se utiliza para aderezar pizzas, añadiéndola después del horneado.
En el Magreb suele nacer silvestre después de las tormentas, consumiéndose en forma de sopa.
Aunque sus semillas son toxicas tomadas en gran cantidad, el consumo de hojas de rúcula no supone ningún riesgo para la salud.