El entierro del Bombo, como cualquier funeral de este pelo, se hace con bastante discreción. Se trata de superar la ‘pena’ lo antes posible. Y se cumple de un modo escrupuloso con el protocolo. Así despidió ayer Miranda las fiestas en las que honra a su Santo Verdadero, en apenas un cuarto de hora, con un Bombo cayendo a plomo a las aguas del Ebro, con un ‘Pobre de mi’ apagado a los sones de la charanga y apenas un par de cientos de personas apoyados en la barandilla del puente Carlos III o sentados en el poyo de la calle Independencia -se incide en la actitud porque es claro reflejo del sentimiento del mirandés en ese adiós final. (+info)
Miranda