Pues qué quieren, a mí me da pena Engelbert Humperdinck. El sábado me perdí su actuación eurovisiva, y después me espantó un poco ver el resumen que emitieron de cara a las votaciones, en el que se escuchaba el momento menos atinado de la interpretación. Pero acabo de ver el vídeo y el hombre lo hizo bastante bien: tratan de humillarme por aquí los compañeros jóvenes con el argumento de que la canción sonaba antigua, casi prehistórica, pero qué quieren, yo parto del hecho de que todo en Eurovisión suena viejo, como si lo hubieses escuchado mil veces en otros sitios, y prefiero que me remita a la clase un poco alcanforada de los añejos crooners que al eurodance baratón de mercadillo. A mí la balada británica me agradaba, la verdad, y me gustaba esa indiferencia insular por la ortodoxia festivalera, pero ya saben que acabó penúltima, con doce puntillos miserables y casi ofensivos. El Reino Unido se plantea ahora no participar más en esta rara mezcla de concurso y cambalache regional.

El bueno de Engelbert se quedó dolido, no me extraña. Ni siquiera acudió a la fiesta de después. «Lo hice lo mejor que pude por mi país. El resto estaba fuera de mi alcance», ha declarado. Eso sí, al día siguiente ya se le había pasado un poco el disgusto, porque se le vio de buen humor y trasegando tinto en el sarao que organizaba el cantante Emin, estrella en Azerbaiyán y yerno del presidente. Allí Engelbert explicó su alegría ante el hecho de que, aunque sea un flaco consuelo, la audiencia de Eurovisión en el Reino Unido vapuleó a la de The Voice, el programa de su eterno rival Tom Jones.

Les dejo con Engelbert Humperdinck cantando Spanish Eyes en 1969, con esa frase intrigante de «this is just adiós and not goodbye», ese «los ojos más bonitos de todo México» y ese «please say sí sí».

http://youtu.be/F4s__QO9kG0