A todos nos gusta husmear en discotecas ajenas, pero el placer adquiere una nueva dimensión si hablamos de la colección de John Peel, el legendario discjockey radiofónico fallecido en 2004. El hombre tenía en casa más de 26.000 elepés, 40.000 sencillos y miles de cedés (parece que este formato interesaba menos a quienes se molestaron en hacer la cuenta), seleccionados con las miras abiertas de par en par que siempre le caracterizaron: ya saben que hablamos de un tipo capaz de pinchar seguidos a Lee Scratch Perry y Napalm Death, pero no como un alarde de eclecticismo, sino como la cosa más normal y lógica del mundo. Desde hace un tiempo está en marcha el proyecto de recopilar en la red los pormenores de esa vasta discoteca, una tarea exigente que ayer dio sus primeros frutos: cada semana aparecerán aquí los cien primeros discos de cada letra, porque Peel era un hombre organizado que se manejaba bien con el orden alfabético, de manera que tenemos ya esa primera entrega de la A, desde The A’s hasta Adam & The Ants.
Cada disco va acompañado de su ficha y, cuando es posible, de un enlace para oírlo en Spotify. Lo más entretenido, por supuesto, es comprobar cuántos de los cien tenemos (glups, creo que me quedo en dos, y eso que en esta remesa hay artistas tan populares como ABBA o AC/DC), además de asombrarnos ante nuestra inabarcable ignorancia: antes he estado escuchando a Abstürzende Brieftauben, uno de tantos grupos de la colección de los que jamás había oído hablar, bautizados así a modo de parodia de Einstürzende Neubauten. Y ahora me he puesto con Amp Studio, de los que aún no sé nada más que el nombre…