El trabajo de actor es muy duro, seguro que lo han oído decir por ahí. Imaginen por un momento que ustedes son Bruce Willis y que están rodando una peli titulada ‘Perfect Stranger’. ¿Ya? Bueno, pues sigan imaginando: se levantan por la mañana, se miran al espejo -¿qué tal se ven con el careto de Bruce?- y empiezan a pensar que vaya rollo, que menuda profesión de mierda, que hoy toca filmar las escenas de sexo con Halle Berry y el caché no compensa tanta rutina y tanto curro. ¡Cuánto mejor pasar ocho horas en una cadena de montaje que meterse en la cama con Halle Berry desnuda, tocarla y todo eso! Abrumados, cogen el teléfono, llaman al director y le dicen que hoy no les van a ver el pelo por el plató -estoooo, que no van a ir, quiero decir- y que Halle Berry ya puede ponerse en situación ella solita.
Esto sí que es un comportamiento aberrante, y no lo de Keith Richards de subirse a un cocotero y caer like a rolling stone. Para colmo, parece que Willis se ha excusado diciendo que su compañera de reparto es demasiado guapa y le hace sentirse torpe. Lo peor es que la pobre chica verdaderamente ha rodado sola, acompañada por una grabación de la voz de Bruce, y después la van a emparejar con el actor mediante trucajes informáticos. Yo aprovechaba y le ponía unas orejas de burro.