Hidrogenesse tienen una canción terrible titulada ‘No hay nada más triste que lo tuyo’ en la que repasan imágenes desoladoras, como la de «los caballitos pony» que dan vueltas y vueltas en las barracas de feria. Me gustaría aportar mi granito de arena a ese compendio de escenas desgraciadas: a mí, desde hace un tiempo, lo que más pena me da del mundo son los concursos sacaperras de algunas televisiones locales. O, para ser más exacto, sus presentadores. ¡Qué papeleta aparecer ahí, como un ectoplasma superpuesto a una tabla de coordenadas, y verse obligado a llenar minutos con comentarios sobre el tiempo, exhortaciones a los espectadores, gracietas desesperadas o cualquier otro recurso que se te venga a la cabeza! Sin guión, sin más expectativa que regalar un jamón -eso, cuando la cosa no está trucada, porque a veces ni siquiera entran llamadas reales- y sin ninguna posibilidad de quedar bien ante un televidente dominado por el estupor y la vergüenza ajena. «¡Todavía estáis a tiempo de ganar el jamón!», suplican los pobres chicos, que habrán estudiado una carrera y tendrán sus sueños. Este fin de semana estuve a punto de telefonear, pero la congoja me lo impidió.