El apartado de música clásica de los premios Grammy (lo tiene, aunque se habla poco del mismo) deja siempre algunos datos interesantes. Veamos los de este año:
Si se suprimen las categorías de productor del año porque todos los candidatos lo son a partir de un elevado número de trabajos y la de crossover, quedan diez premios. De estos, dos (álbum clásico y mejor interpretación coral) se los ha llevado el Requiem de Verdi, en interpretación de Riccardo Muti con la Sinfónica de Chicago y su coro. Otros dos (mejor interpretación orquestal y obra contemporánea), el disco con la obra Sinfonía Metrópolis, de Daugherty, a cargo de la Sinfónica de Nashville. El premio al mejor álbum de ópera ha sido para ‘L’amour de loin’ de Saariaho, en versión de Kent Nagano. El premio para la mejor grabación de un solista con orquesta es para la pianista Mitsuko Uchida, con la Orquesta de Cleveland, interpretando dos conciertos de Mozart. Mejor solista sin orquesta: el organista Paul Jacobs, con una obra de Messiaen. Cámara: la grabación de una pieza de Ligeti a cargo del Parker Quartet.
¿Por qué les hago esta enumeración? Porque los ochos álbumes citados cuentan con presencia estadounidense: lo es la orquesta (Chicago, Nashville, Cleveland), el director (Nagano), el intérprete (Jacobs, el cuarteto Parker) o el compositor (Daugherty). Solo dos discos premiados: el de Jordi Savall (Dinastía Borja) y el de Cecilia Bartoli (Sacrificium) no cuentan con presencia estadounidense. ¿Tendrá algo que ver que los premios se conceden en EE UU?