Varias personas del sector editorial me han transmitido su preocupación en las últimas semanas: este año, el Día del Libro es… sábado santo. Como saben, en torno a esa fecha se produce una parte muy importante de las ventas de libros de todo el año. Es el momento, junto a la Navidad, en que más se vende. En Cataluña, por ejemplo, más incluso que en las fiestas de final de año.
Y en este 2011 en que estamos, resulta que ese día cae en un momento en que buena parte de la población está de vacaciones y seguramente no demasiado dispuesta a pasear por librerías o por las calles y plazas donde se montan los tenderetes con libros.
¿Qué hacer? En el sector no lo tienen claro. Extender los descuentos del 10% a varios días no resuelve el problema. Quienes están de vacaciones fuera de casa el sábado santo seguramente también lo estarán un par de días antes y uno o dos después. ¿Y mover la festividad? No es sencillo, explican, porque sería preciso un desplazamiento bastante grande. Si se adelanta, debería ser al día 13 ó 14, y se si atrasa, se plantea situar la celebración después del 1 de mayo, puesto que la semana de Pascua también es un período típico de vacaciones.
De todas formas, en el sector consideran que no hay solución buena y temen que sea inevitable una merma muy considerable en las ventas. Lo que nunca es una buena noticia, pero después de dos años muy duros para el sector es especialmente grave.