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César Coca

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Literatura y realidad. Sobre sexo, enfermos, escritores y tertulianos

A raíz de la novela presuntamente autobiográfica de Sánchez Dragó y los incalificables comentarios de Salvador Sostres en Telemadrid (espero que entiendan que no me apetece reproducirlos) se está hablando mucho de sexo y ficción. Y a mi juicio hay algunos que no se quieren dar cuenta de que son planos que es preciso separar.

Recordarán que cuando García Márquez publicó Memoria de mis putas tristes hubo quien censuró la novela no por su calidad literaria sino porque la consideraba un ejercicio de apología de la pedofilia. Que es más o menos lo mismo que se ha dicho de Sánchez Dragó. Grave error: la literatura puede abordar todos los temas porque refleja la vida, la real y la soñada, la más tangible y lo que nunca ha pasado de la mente de los protagonistas de los relatos. Se puede escribir una novela en la que el protagonista es violador, pedófilo, torturador o terrorista. Y hasta se puede narrar en primera persona. En el planeta Tierra han existido, existen y por desgracia existirán violadores, pedófilos, torturadores y terroristas y pedir que se oculte esa realidad es una simpleza inútil. García Márquez y Nabokov y tantos otros han escrito novelas en las que los protagonistas están enamorados u obsesionados con menores de edad. Y hasta tienen sexo con ellas. Insisto: nada que nos pueda asombrar ni nada que no puedan tratar el arte y la literatura.

Ahora bien, ¿qué pasa si Nabokov o García Márquez o tantos otros dicen que eso es autobiografía? Pues que deberían responder ante la Justicia por pedófilos. No por sus libros sino por los hechos que han protagonizado. De ahí que el escándalo de Sánchez Dragó no esté, a mi juicio, en el libro que ha escrito sino en la insinuación de que eso realmente pasó. La ficción no delinque. Las personas en la vida real sí pueden hacerlo.

¿Y qué pinta Sostres en todo esto? Pues que si eso mismo que ha dicho lo llega a escribir en un texto de ficción (hay novelas con apreciaciones mucho más crudas que esas, y no estoy hablando de literatura erótica) deberíamos hablar de la calidad literaria del relato y de nada más. Pero lo ha dicho en una tertulia, ante decenas de personas (niños y adolescentes entre ellos). No vale por tanto el argumento de que se trata del tratamiento literario de una ficción. Hablamos de lo que se entiende que son gustos y experiencias personales. Que no sé si son pedofilia porque no queda claro si habla de menores de 18 años. Pero que en cualquier caso revelan un trastorno notable.

Tenía razón Isabel San Sebastián, con quien no suelo coincidir demasiado, cuando decía que Sostres está enfermo. De la cabeza, imagino que quería decir. Lo que no es un delito, aunque me parece motivo suficiente para no invitarle jamás a una tertulia. El plano de la literatura y el de la vida real son diferentes. Con todos sus consecuencias.

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