Julia Fischer (Múnich, 1983) parece dispuesta a romper unos cuantos récords. A los 9 años dio su primer concierto como violinista junto a una orquesta profesional, a los 13 ganó el concurso internacional Menuhin, a los 23 consiguió una cátedra en el Conservatorio de Fráncfort y poco después grabó los conciertos de Bach asumiendo además la dirección de la orquesta. El 1 de enero de 2007, en la vieja Ópera de Fráncfort hizo algo más que inusual: tocó en la primera parte el Concierto para violín y orquesta Nº 3 de Saint-Saëns y en la segunda, el Concierto para piano de Grieg. ¿Cuántos artistas en el mundo se atreverían a tocar como solistas dos instrumentos diferentes en la misma sesión? Quizá solo esta joven alemana de mirada angelical e insólita madurez. Ahora un DVD (sello Decca) recoge aquel concierto, en el que estuvo acompañada por la Junge Deutsche Philharmonie, dirigida por Matthias Pintscher.
El proyecto del doble concierto, como lo llama Fischer en el reportaje que completa el DVD, nació en 2006. Ella asegura que el instrumento que toca en su casa, cuando lo hace por afán de divertirse, es el piano. Para prepararse ante ese reto, intensificó los ensayos al teclado, intercalándolos a horas imposibles con la puesta a punto de las obras que lleva en sus giras.
El trabajo musical lo completaba con un cuidado especial de las manos, porque las exigencias musculares de uno y otro instrumento son muy distintas. Luego, eligió las obras:en el violín, el Concierto Nº 3 de Saint-Saëns, con el que ganó el Menuhin. Para el piano quería un compositor de los que están fuera del alcance de los violinistas. Durante un tiempo dudó entre Chopin y Grieg y finalmente se decidió por este último. «De niña, siempre quise tocar la cadencia del concierto de Grieg. Tenía una grabación de Richter que escuchaba una y otra vez», confiesa. En Fráncfort, hizo realidad su sueño.
Durante el concierto, la seguridad de la joven alemana es asombrosa. «No me pongo nerviosa al salir al escenario», ha dicho. Lo demuestra con el violín, en una obra que tiene más de fuego de artificio que de dificultades mayores. Y, minutos más tarde, con otro vestido, un colgante al cuello y una mirada más concentrada, desvela que tampoco una obra para el piano que no es precisamente fácil consigue alterar sus nervios.
En el reportaje posterior, Fischer habla de la soledad de los hoteles y de su infancia, de cómo estudiaba incluso más de lo que sus profesores le aconsejaban y de cuando un mes antes de debutar con orquesta se rompió un dedo jugando a la pelota. Dio el concierto manejando el arco con solo tres dedos, pero nunca más volvió a participar en esos juegos. Justo en las imágenes finales explica la que puede ser la razón de su ascenso al estrellato: «Edad y madurez son dos cosas distintas». Para muestra, bastan este DVD y el CD que también acaba de publicar en Decca con los 24 Caprichos de Paganini, algo así como una carrera de obstáculos musicales, un verdadero ejercicio de sadismo para con el intérprete. Hay que tener mucho talento para superar con éxito ambas pruebas.
(Publicado hoy en Territorios de la Cultura)
Les dejos dos vídeos con fragmentos de esos conciertos.