Eduardo Mendoza ha ganado el Planeta con otra novela sobre la Guerra Civil y parece que se confirma la apreciación de Almudena Grandes de que ese es un filón literario que no se acabará nunca. Al revés, parece crecer cada mes, como si fuera una energía renovable pero a lo grande. De hecho, cuando han pasado 74 años desde su inicio, se publican más y más libros, lo mismo de Historia que de ficción.
¿Motivo? Pues es evidente que la Guerra Civil española fue algo mucho más importante que un conflicto interno en un país. Fue un ensayo para la Guerra Mundial, un escenario lateral en el que se dirimían las mismas cosas que muy poco después estarían en juego en el continente primero y en el planeta algo más tarde.
Para los españoles es algo recurrente. Como uno de esos episodios de la vida de cualquiera que no se cierran bien y aparecen una y otra vez, por muchos años que pasen, de una forma o de otra, proyectando su sombre sobre el presente. Así sucede con la Guerra Civil, e imagino que esa es la razón de que estemos dándole vueltas y más vueltas a cuanto pasó, a lo que pudo suceder y a los culpables de aquella gran tragedia.
Cuando llegue a las librerías el volumen de Mendoza, el de Almudena Grandes llevará ya un par de meses en ellas, pero será curioso ver cómo los escaparates y las mesas con lo más vendido están copados por dos libros que -de una forma muy distinta, eso sí- tienen como telón de fondo esos mismos años aciagos. No es que sea una moda muy larga, es que un argumento interminable. O un subgénero literario.