El programa El juego de tu vida lleva más de dos años en antena, según he podido comprobar, pero no lo había visto hasta el pasado domingo. Por si acaso tienen ustedes la suerte de vivir ajenos al mismo, les diré que es un concurso en el que el participante debe responder sólo sí o no a una serie de preguntas sobre su vida. Se supone que previamente, fuera de concurso, ha contestado a multitud de cuestiones ante un detector de mentiras. Cuantas más veces responda la verdad, más dinero ganará.

Lo morboso del asunto es que en el estudio, asistiendo a su intervención, están familiares directos y amigos en torno a los cuales giran no pocas cuestiones. Apenas vi unos minutos del programa pero les diré algunas preguntas: “¿Habría sido más feliz con otra madre?” (en presencia de la interesada); “¿cree que su cuñada -allí estaba ella- es una insatisfecha sexual?”; “¿su marido le ha propuesto contemplar cómo hace el amor con otra mujer y ha aceptado?” y “¿sigue viviendo con su marido porque le da lástima?” (ambas en presencia del esposo). Por cierto, les diré que todas las respuestas fueron afirmativas y en todas dijo la verdad.

Al final, la concursante se plantó, creo que cuando llevaba algo así como 5.000 euros. Dijo que los iba a emplear en darse unas buenas vacaciones con sus hijos.

¿Cómo hay que ser para airear esas intimidades ante un público masivo y en presencia de las personas más próximas? ¿Con qué cara se sale a la calle o se va al trabajo al día siguiente después de haber hecho esas confesiones?

Eso me recuerda un cuento de Manuel Vicent, publicado hace ya muchos años, que narraba la historia de una pareja que tiene por costumbre filmarse en la cama. Un día, ponen la cinta para verse en tal actitud y por un fallo inverosímil las imágenes se distribuyen por el vídeo comunitario del edificio, de manera que todos los inquilinos asisten a una película porno con protagonistas conocidos. A la mañana siguiente, la pareja no entiende las sonrisitas ni los codazos de sus vecinos cuando se los encuentran en la escalera. La diferencia es que en este caso del programa de TV quizá hasta tengan que responder a alguna pregunta indiscreta de esos mismos vecinos. Total, si hay dinero de por medio…

(Les dejo esta foto que he encontrado con una imagen del programa. Por si no lo leen bien, en la pantalla que hay detrás aparece la pregunta que en ese momento están haciendo a la concursante. Dice así: ¿Tienes ganas de levantarte, subir la falda y defecar mientras vomitas?)