Creo que ya he escrito algo parecido respecto de un estudio sobre las causas de la muerte de Mozart, así que seguro que me repito. Pero es que hay ciertas cosas que me producen hartazgo, y acabo de enterarme de una de ellas. Un equipo de investigadores publicará mañana en el Diario de la Asociación Médica Estadounidense un artículo en el que difunden una nueva teoría respecto de la muerte de Tutankamon, un faraón del que apenas sabríamos nada porque murió muy joven y no tuvo demasiado tiempo de hacer nada, ni bueno ni malo, si no fuera porque Howard Carter y su equipo hallaron su tumba intacta hace ya casi un siglo.

Pues bien, esos investigadores consideran probable que muriera de una enfermedad ósea y de paludismo. Lo argumentan bien pero me parece que es un brindis al sol. ¿Se puede hacer un diagnóstico razonable sobre la muerte de alguien que murió hace más de 3.300 años cuando la medicina se muestra incapaz de hacer diagnósticos certeros de algunos enfermos de hoy? Me parece que es uno de esos casos en los que se puede decir eso y otra cosa, y nadie podrá discutir ninguna de las dos versiones. Me recuerda mucho a esos científicos que aseguran que en el año 2523 (por ejemplo) la Tierra chocará con un enorme meteorito y se destruirá. Sólo les falta decir: y si no es así, pues me retractaré ante ustedes. A veces me pregunto si los científicos no tienen cosas más útiles, próximas y verificables sobre las que trabajar.