El sector editorial anda revuelto con el crecimiento del libro electrónico y el cambio de negocio que se avecina por ello. El discográfico se lame las heridas y no sabe qué va a ser de él. Los museos pierden visitantes (individualmente considerados) por la caída del turismo y el aumento de la oferta. Los exhibidores de cine miran hacia Cataluña tratando de adivinar qué puede suceder si se ponen cuotas al doblaje. La ópera se adelgaza (más o menos, como han obligado a hacer a algunos cantantes) para atravesar esta etapa de rebaja de patrocinios. Las orquestas miran al público y ven mucho pelo blanco y pocos jóvenes. Y los creadores, de todos los ámbitos, sufren las consecuencias de la crisis económica, la piratería, el recorte de subvenciones y el escaso peso de su sector industrial.

Y, sin embargo, aún sobrevive la cultura. ¿Habrá que creer en los milagros?