Un museo que es propiedad al 50% de dos instituciones y que funciona como una franquicia de una gran marca internacional. Los socios al 50% se tiran los trastos a la cabeza por múltiples causas, desde la dirección del mismo hasta los mecanismos de control. Y ahora han hallado un nuevo tema con el que acrecentar su enfrentamiento: la construcción de un nuevo espacio expositivo. Uno de los socios lo propone con entusiasmo y el otro es reticente (por ser suave) con la propuesta. Además, hay informes que unos esgrimen y otros no conocen, reuniones con el titular de la franquicia por separado… Lo han adivinado. Estoy hablando del Guggenheim.
Me parece que ya está bien de este lamentable espectáculo. Entiendo que haya diferencias y puedo entender que esto se plantee como una batalla política. Pero la ciudadanía está asistiendo atónita a estas gravísimas discrepancias que se hacen públicas a la menor ocasión. No afirmo que unos tengan razón y otros no. Estoy seguro de que hay razones de peso en ambas partes. Pero el acuerdo es necesario. Existen y han existido temas mucho más complejos en los que ha sido posible un pacto. Por favor, hablen, aporten sus razones y sus datos, calculen los costes y los beneficios esperados y lleguen a un punto de encuentro. Y háganlo pronto.