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César Coca

Divergencias

Que la paz sea con todos: la tercera de Brahms

Otro domingo de mal tiempo, con lluvia y frío. Hace un rato pensaba escribir algo para recomendarles, si viven en Euskadi, que obtengan rápidamente sus bonos culturales y los aprovechen para hacer un regalo o darse un capricho. La cultura siempre produce gran satisfacción a quien la disfruta y a quien a la regala. Les ruego que no hagan caso a las tonterías a granel que se han dicho sobre el famoso bono (la más estupenda de todas, con la que un diario abrió su sección hace un tiempo, era una información en tono crítico porque para poder disfrutar de los 15 euros de descuento estamos obligados a hacer un gasto de 25… Es como quejarse porque para aprovecharse de las rebajas de enero debemos comprar algo. Supongo que el autor de semejante idiotez habrá sido ascendido) y lo aprovechen.

También pensaba recomendarles una guía para esos regalos o autorregalos: el número especial de Territorios publicado ayer con El Correo. Ya está dicho, sin más aditamentos.

Y al final he decidido que quizá lo mejor sea dejarles una música que viene que ni anillo al dedo a este tiempo lluvioso, invernal aunque aún no hayamos terminado el otoño. Es la Sinfonía Nº 3 de Brahms, más en concreto el tercer movimiento. No les diré que es bellísima. No hace falta, entre otras cosas porque si no me lo pareciera no la elegiría. Suena en la versión de Wilhelm Furtwängler al frente de la Filarmónica de Berlín. El vídeo lleva unas imágenes que no están mal. Pero yo les sugiero que la dejen sonar mientras ven llover a través de los cristales de su ventana. Sentirán que la paz embarga sus corazones y darán gracias a aquel músico hamburgués de larga barba, gran bebedor de cerveza y protagonista de una historia de amor imposible, por haber escrito algo así.