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César Coca

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Es muy fácil ser un gurú: sólo hay que destacar los aciertos y hacer que se olviden los errores

Un chiste que suelen contar los economistas dice así: Un consultor es una persona a la que preguntas la hora y a continuación te pide tu reloj para decírtela y te cobra por ello.

Pues bien, un gurú es algo parecido. No me refiero a los maestros espirituales del hinduismo, sino a quienes se dedican a hacer pronósticos sobre cualquier cosa a partir de unos conocimientos muchas veces sólo presuntos de una materia. Como les decía, un gurú es alguien que acierta en una proporción similar a la que produciría el azar, pero sabe vender muy bien sus éxitos y hacer que se olviden sus errores. Les voy a poner un ejemplo: Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, se pasó muchos meses anunciando una gran crisis económica y en junio del año pasado aseguró que lo peor ya había pasado y que el riesgo de una gran recesión era de sólo el 10%. Es difícil equivocarse tanto en un pronóstico y, sin embargo, pasa por un gran gurú.

En los últimos años he leído a muchos gurús. En algunos casos aún me estoy riendo. En otros, todavía me pregunto cómo hay gente que les paga por oír semejantes estupideces. Les cuento: a mediados de los noventa, un experto predijo que en el año 2000 no habría periódicos porque se habría acabado el papel. Otro dijo que los gratuitos acabarían con la prensa de pago para antes del cambio de milenio. En los años setenta, hubo quien anunció que el cine había muerto a manos de la TV. Los expertos que han pronosticado el fin de la novela se cuentan por centenares. La música clásica lleva agonizando desde comienzos del siglo XX, según algunos iluminados. La proliferación de libros de arte de grandes dimensiones acabará con el interés por visitar museos, ha apuntado otro. Las visitas virtuales de ciudades, realizadas a través de Internet, terminarán con el turismo real porque permiten verlas sin agobios, en días de sol y a menor precio, sugieren otros. Todos estos pronósticos de gurús tienen la ventaja de que si se leen de una tirada son mejores que la mejor novela de humor. Y aún da más risa que haya quien les pague por ello.

Pero como la carne es débil, yo también quiero ser un gurú. Es mucho más cómodo y más rentable que trabajar, así que quiero labrarme un futuro de gurú, o de consultor. Lo que primero suceda. Aquí van mis pronósticos, y a ver quién tiene argumentos para negarlos.

1)El cine desaparecerá…
2)Los diarios cerrarán…
3)La música se terminará…
4)La literatura cambiará tanto que será irreconocible…
5)El teatro verá su final…
6)Los museos se quedarán sin visitantes…
7)El Partenón se desplomará…
ALGÚN DÍA