Francisco Ayala murió con 103 años y eran muchos quienes lo conocían de nombre. No es habitual llegar a esa edad y menos con la lucidez que mantuvo hasta el final. Pero Ayala, con sus premios y reconocimientos, con todos los homenajes que le hicieron, es un semidesconocido para el público lector porque en España apenas se supo nada de él durante las décadas de su exilio.
Ese el drama cultural del exilio. Que es muy difícil que la obra del creador tenga la difusión que merece. Y a Ayala la edad la proporcionó una fama postrera, pero ¿qué pasa con otros, como Max Aub? Su tiempo histórico ha pasado y su literatura corre el riesgo cierto de quedar en el olvido, si no lo está ya. Otro castigo añadido al que sufrió en vida. Ahora que se habla de tantas penas (pena de telediario, llaman algunos a salir en la tele esposado camino de la Audiencia), ésta me parece de las más graves. La pena del olvido.