Las obras de Stefan Zweig son de dominio público desde el pasado 1 de enero y las editoriales están aprovechando para lanzar o recuperar títulos que no siempre estaban al alcance de los lectores. Zweig nació en Viena en 1881, en pleno esplendor del Imperio Austro-Húngaro (un esplendor que ocultaba graves tensiones territoriales y sociales, pero esa es otra cuestión), y se suicidó junto a su esposa en Brasil, en 1942. Creía, creían ambos, que los nazis se impondrían y con ellos se arruinaría definitivamente un modo de vida y una cultura que eran las suyas.
Ensayista, biógrafo y novelista, descendiente de una familia adinerada, Zweig retrata como pocos el tiempo que le ha tocado vivir. Su última obra, publicada tras su muerte, es sencillamente extraordinaria: El mundo de ayer. Pocos libros hay como este que se erijan en homenajes a una cultura tan rica, variada y fértil. La cultura, por cierto, que nos ha traído hasta aquí y de la que no pocos, al parecer, se sienten ajenos. O no parecen capaces de apreciarla.
Como novelista dejó un puñado de obras, unas cuantas de ellas muy breves. Dos son las que aparecen agrupadas en este volumen. Carta de una desconocida es, como su título indica, la epístola que una mujer desconocida envía al protagonista y que este recibe el día que cumple 41 años. La carta empieza con un drama: ella acaba de perder a su hijo. A partir de ahí, narrará la historia del amor que ella siente por él a partir del relato de todo lo que han vivido, aun siendo tan distantes.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer es la historia de una pasión arrolladora que surge en un corazón femenino. Él es, de forma paralela a la primera novela breve del volumen, un desconocido. Y, sin embargo, el mundo se da la vuelta para la protagonista.
Las dos novelas cortas están compuestas por cartas, notas, largas explicaciones con muy pocos diálogos. Es el estilo de Zweig, con su prosa cuidada, precisa pero sin alardes. Afilada y al tiempo delicada. Dos joyas.
(Publicado en elcorreo.com)