Pierre Lemaitre adquirió entre nosotros gran fama a raíz de ganar el Goncourt con Nos vemos allá arriba. Pero para entonces ya era un escritor muy famoso en Francia gracias a sus novelas policiales, en las que hacía alardes narrativos con unos inesperados giros que asombraban a los lectores. Esa novela con la que ganó el premio anual más importante de las Letras en Francia inició una trilogía titulada Los hijos del desastre, que está ambientada entre el final de la Primera Guerra Mundial y la invasión de Francia durante la Segunda.
La gran serpiente es su primera novela y corresponde a un género, el negro, al que el autor ha dicho que no volverá. Está ambientada a mediados de los años ochenta y cuenta la historia de una mujer ya entrada en la sesentena que fue miembro de la Resistencia. Allí adquirió un gran dominio en el manejo de armas que la convirtió luego en agente de la Inteligencia de su país. Dicho de otra forma, en una asesina a sueldo, que maneja con soltura armas de gran calibre y que planifica con cuidado sus operaciones.
Planificaba, más bien. Porque con la edad se está haciendo descuidada y sobre todo cada vez tiene menos paciencia, de manera que ha empezado a eliminar gente un poco a su aire. Vamos, que sus jefes tienen un problema. No fácil de resolver.
La novela quizá no sea técnicamente tan perfecta como las posteriores pero aquí ya está Lemaitre en estado puro: ritmo rapidísimo, un narrador cargado de ironía, violencia que algunos califican de ‘tarantiniana’ y giros argumentales que evitan que el lector crea que tiene la respuesta a todo. La viuda Mathilde Perrin, esa señora entrada en carnes que pasea con su perro con aire de aburrimiento, es uno de los más logrados personajes de Lemaitre.
(Publicado en elcorreo.com)