Alberto Olmos es uno de los escritores más polémicos y al tiempo originales que cabe leer hoy día de entre quienes publican en este país. Un escritor que tiene además la virtud de llamar a las cosas por su nombre, algo singular en estos tiempos de impostura permanente.
En este ensayo, Olmos se adentra en la cultura popular y los elementos que la forman, denunciando cuánto de cutre hay en ella. Una denuncia que es a la vez aguda y reivindicativa, porque en muchos casos resulta que ser cutre es la mejor de las opciones, al menos, de las opciones honradas para con uno mismo y los demás.
Por las páginas del libro pasan las segundas residencias y su mobiliario, los barrios periféricos y el comercio que hay en ellos, los bares populares del centro de las ciudades y su impostura cutre, las casetes de las gasolineras y los platos de Duralex. Hay un capítulo antológico: el que dedica a desmenuzar la entrevista que Ana Rosa Quintana hizo a Pablo Iglesias antes de que este se fuera a vivir a Galapagar. Ni que decir tiene que aquel Iglesias de barrio, pese a la carga de falsedad que tenía aquella casa familiar heredada, le parece mucho más auténtico –e interesante– que el del chalet.
No solo hay políticos en el libro. También aparecen escritores que antes vestían de una manera y tras su éxito comercial han adoptado otro estilo, cómicos y presentadores de TV. El libro es desigual y a veces no está claro el rumbo que lleva, pero tiene muchos destellos de inteligencia y agudeza. Algo infrecuente en estos tiempos de uniforme ortodoxia.
(Publicado en elcorreo.com)