Siempre me ha parecido que saber cuántos años vivió la persona más longeva, cuánto pesa el hombre más grueso del mundo o el lugar en el que se ha registrado la temperatura más baja tienen algún interés. Pero en cambio registrar y difundir cuánto pesa el pastel mayor fabricado nunca, quién tiene las uñas de los pies más largas (y cuánto miden) o cuántas personas han podido meterse en una cabina de teléfono carece de valor alguno. Hay cosas cuya medición no tiene interés y otras que no se pueden medir, salvo que se quiera obtener un resultado equivocado.
El comentario anterior se relaciona con una noticia que he leído hoy en la sección de Gente de este periódico. Habla de un robo al pianista Richard Clayderman (para los menores de 40 años, conocido sólo por salir en un anuncio surrealista, creo de Renault), y dice que es el de mayor éxito de la historia según el Libro Guinness. ¿Cómo mide el Guinness el éxito de un pianista? ¿Por los discos vendidos? Si esa es la medida del éxito, algunos como Liszt lo tuvieron difícil. No vendió ni uno. Y si las ventas son la medida del éxito de un artista, Dan Brown debe de andar ya a la altura de García Márquez y muy por encima de Borges. Tres escritores sin duda de la misma calidad…
¿Cl.ayderman el pianista de más éxito de la historia? Permítanme que me ría. Decididamente, lo mejor de Guinness es la cerveza.
Les dejo con uno de los preludios más célebres de Chopin (de quien pasado mañana se cumplen 199 años de su nacimiento según algunas biografías, otras señalan el 1 de marzo), interpretado por un artista menor como Svjatoslav Richter. ¿Quieren un consejo? Tiren sus discos de Clayderman y si no tienen nada de Richter salgan y cómprenlo.