Jon y Katharina son pareja. Ella está embarazada de muy pocas semanas. Ambos se han ido a una casa de Ribadesella, propiedad de los padres de Jon, para trabajar más a gusto. Aunque su formación no es similar, los dos se dedican a aspectos relacionados con la traducción técnica. Una noche unas luces extrañas se mueven en el cielo, sobre el pueblo, y a la mañana siguiente aparece una horda de seguidores de ovnis que se instalan a la espera de nuestras apariciones.

Casi al mismo tiempo, llegan a la casa Markel y Virginia. Él es primo de Jon, pero no se conocen, y ella, su asistente o algo así. Lo que la novela cuenta es la historia de los días que los cuatro viven bajo el mismo techo. El título juega al paralelismo entre lo ajenos que resultan los objetos del cielo y lo más ajena aún que es una pareja respecto de la otra.

Jon Bilbao ambienta la novela en su pueblo natal, y utiliza para el relato un lenguaje de enorme concisión que sugiere tanto o más de lo que muestra. El resultado es inquietante por momentos. Los invitados –autoinvitados, podríamos decir– muestran no pocos ángulos oscuros, pero tampoco se puede decir que Jon y Katharina sean del todo transparentes. En algunos momentos, incluso se espían unos a otros para descubrir cosas que quizá prefirieran no saber. Ahí está el juego. Y el desasosiego que genera.

(Publicado en elcorreo.com)