Elia Barcelo, flamante premio Nacional de Literatura Juvenil, comenzó a destacar en el mundo de las letras con sus novelas de ciencia ficción. También ha transitado con frecuencia por ese ámbito juvenil en el que acaba de ser reconocida y ha publicado un puñado de novelas en las que escapa de ambos géneros aunque en todas ellas exista algún elemento de misterio. Sin embargo, no había en su catálogo un thriller, o al menos no tan definido en sus líneas como este.

La protagonista de la novela es Carola, una policía con formación de psicóloga, que ha pedido unos meses de permiso y está en Viena, haciendo un trabajo que nada tiene que ver con su profesión: ordenar la biblioteca de un rico marchante de arte que acaba de morir para que su hermano, heredero de su fortuna, la venda de la mejor manera posible. Carola sufrió hace casi treinta años uno de esos episodios que marcan una vida y dejan una herida imposible de cicatrizar: su hija, una niña de ocho años, fue secuestrada en un mercadillo navideño en Viena y no ha vuelto a saber nada de ella.

Ahora, mientras ordena la biblioteca y descubre que su otro hijo, fruto de un matrimonio en segundas nupcias, se aleja de ella para seguir a una mujer mucho mayor que él, se ve envuelta en una investigación sobre la desaparición de otros niños en la capital de Austria. Al frente de la investigación está un policía que es un viejo amigo y no se puede negar a colaborar con él.

La novela es un thriller que aborda un tema terrible: el de la desaparición de niños. Pero gira también en torno a la madurez (la protagonista y su amigo están ya en la sesentena), las relaciones materno-filiales, el peso del sexo y el amor. Y sobre una ciudad, Viena, cuyos palacios y esplendores ocultan no pocas miserias. Sin olvidar un detalle: Barceló ha creado uno de los personajes más odiosos de los últimos años. Cómo disfruta el lector odiando a la novia del hijo de la protagonista.

(Publicado en elcorreo.com)